
Escribe la Federación Cultural Antiautoritaria de la región chilena.
El primero de mayo de 2014 en Odessa, ciudad ubicada a orillas del mar Negro, con poco más de un millón de habitantes (casi la mitad de ellos rusoparlantes), y reconocida en toda Europa por su arquitectura y por su red de túneles subterráneos, se conmemoraba un nuevo Día Internacional de los Trabajadores. Ese día, todo el mundo recordó a los Mártires de Chicago, pero en Ucrania, todo tipo de manifestación estaba inevitablemente permeable al movimiento Euromaídan, el cual se encontraba en pleno auge.
En Odessa, aquel primero de mayo, que comenzó con una marcha conmemorativa adherida en su mayor parte por organizaciones prorrusas, continuó con enfrentamientos con organizaciones de ultraderecha, liderados por los paramilitares de “Sector Derecho”, choques que culminaron al día siguiente con el incendio de la Casa de los Sindicatos de Odessa, provocado por nacionalistas ucranianos, ocasión en la que murieron 31 personas calcinadas. Sumados los asesinatos en enfrentamientos, finalmente fueron 40 los asesinatos realizados por paramilitares fascistas. El gobierno ucraniano, por entonces liderado por el presidente interino Oleksandr Turchinov, de ideología europeísta, observó con indiferencia los sucesos, mientras que la policía local, apoyó activamente la purga no interviniendo en ningún momento para detener la matanza.
Hoy, tras 8 años de aquella masacre, las matanzas en Ucrania ya son parte del cotidiano. El gobierno ha dado vía libre a los grupos fascistas para adquirir poder político y militar, y por consiguiente llevar a cabo múltiples matanzas como la realizada en Odessa. Las recientementes reconocidas por Rusia “Repúblicas Populares” de Donetsk y Lugansk, han sufrido el constante asedio de los grupos neonazis infiltrados en el ejército ucraniano, tales como el batallón Azov, quienes han cometido un verdadero genocidio en contra de la población rusoparlante.
Pero no todos en Ucrania son “neonazis”, como lo ha sugerido hasta el cansancio el Kremlin. La resistencia a esta oleada fascista, ha sido llevada a cabo principalmente por organizaciones prorrusas, muchas de ellas lamentablemente permeables a la añeja doctrina nacional bolchevique, muy popular en los países que fueron parte de la Unión Soviética, la que le daba un cariz importante al concepto de patria y nación, los cuales son esenciales para mantener el control social.
A pesar de ello, el anarquismo ha sabido hacerse un espacio, aunque de forma marginal, tal como lo reconocieron los y las compañeras de la región ucraniana a través de un artículo que fue discutido en esta federación, y que más allá de fundamentar opiniones, nos dejó como conclusión la admiración, empatía y solidaridad hacia los compañeros anarquistas de Ucrania que han sabido sostener y propagar nuestras ideas en un contexto abiertamente hostil, duro y complejo.
Esta posverdad, la de la “Ucrania Nazi”, ha sido la excusa perfecta de Vladimir Putin, para llevar adelante la invasión, la cual en un principio se pensaba que iba a ser rápida, a la usanza de la Biltzkrieg nazi, pero que en la realidad se ha transformado en una guerra en la que se busca la consolidación del poder militar en zonas claves para el interés económico ruso (tales como Crimea), más que en ponerse como objetivo la caída del gobierno ucraniano invadiendo directamente Kiev, o bien la “desnazificación de Ucrania”, excusa principal de Moscú al intervenir.
Ucrania, el granero de Europa, paso esencial del gas ruso a Europa, continente que es su principal comprador, se visualiza como un campo de batalla más en la reconfiguración mundial del sistema capitalista, hegemónico desde la caída de la Unión Soviética.
RUSIA, EEUU Y LA BÚSQUEDA CONSTANTE DE NUEVAS MATERIAS PRIMAS PARA SUS CORPORACIONES
En agosto del 2021, todas las miradas del mundo se volcaron a medio oriente. Afganistán, país que lleva 20 años en guerra tras la invasión de EEUU en 2002, vivía una ofensiva imparable por parte del Talibán, grupo radical islámico nacido por iniciativas de estudiantes del Islam, muchos de ellos huérfanos producto de la invasión soviética a territorio afgano en los 80. Este grupo, que sostuvo una guerra civil en contra del gobierno afgano, apoyado por el invasor yanqui y sus aliados occidentales, vio la oportunidad de tomar el poder producto de la decisión de Estados Unidos de retirarse del país.
Al ser el US Army el principal sostén gubernamental, fue cosa de semanas para que el Talibán tomara Kabul y estableciera el emirato, tal como en la segunda mitad de los 90, reprimiendo a la izquierda afgana, a las mujeres y a todo aquel que no comulgara con el radicalismo islámico.
Con esta retirada, se confirmaba un secreto a voces: Estados Unidos ya no tenía la suficiente fortaleza económica, social y militar, para sostener una guerra prolongada en la otra parte del mundo. Ya lo había previsto Donald Trump, y es que su decisión de no iniciar guerra alguna, tenía el claro objetivo de fortalecerse internamente para posteriormente disputar nuevamente la hegemonía mundial. Su política económica, fundamentada en darle mayor importancia al mercado interno, buscando fortalecer las corporaciones yanquis, era otro indicio de la crisis económica que vive EEUU a nivel interno.
Ante este escenario, lo mejor era mirar otros territorios a explotar. Atendiendo la imposibilidad de exportar el petróleo venezolano ni tampoco el de medio oriente, Ucrania asomaba como un territorio interesante para atraer a la esfera yanqui, debido a su riqueza en hidrocarburos, en energía nuclear, en campos de cultivo, y en ser la puerta de entrada a Europa del gas ruso y asiático.
Tener a Ucrania en la esfera de influencia occidental, además, permitía mantener a raya a Rusia y no permitir la expansión económica de la burguesía de aquel país, exorbitantemente rica en comparación a la burguesía europea, fundamentalmente por la extensión del país y por la amplia gama de recursos naturales disponibles para explotar.
Moscú, en tanto, atendiendo a los intereses de su propia burguesía capitalista, dueña de las grandes corporaciones informáticas, energéticas y militares de Rusia, se encontraba expectante a la situación geopolítica de occidente. Esta decadencia que ya habíamos comentado, y que se confirmó con la evacuación de Kabul, fue el momento propicio que vio Vladimir Putin (nacionalista, conservador y abiertamente capitalista) para iniciar la expansión hacia el oeste al buscar la dominación de Ucrania.
Lo que ha sido fundamentado como una campaña de “desnazificación”, es más bien una guerra que responde netamente a los intereses económicos de la burguesía rusa en Ucrania, fundamentalmente en Crimea, puerta de entrada de Rusia al mar Mediterráneo, lugar estratégico para mantener el control de las mercancías que entran y salen hacia Asia, el norte de África, el sur de Europa y general, hacia todo el mundo. Por algo Rusia mantiene en Sebastopol la flota del Mar Negro, activa ininterrumpidamente desde 1783, debido a que Sebastopol se mantuvo bajo soberanía rusa, aún tras la caída de la Unión Soviética.
La búsqueda constante de materias primas por parte de EEUU y Rusia, no debe ser entendido simplemente desde un concepto geopolítico tradicional, casi con el mismo paradigma existente para analizar la guerra fría, debido a que las motivaciones militares y expansionistas de ambos países ya no tienen que ver con la expansión territorial, con ganar espacio vital o con expandir “mi idea” de mundo, sino que fundamentalmente estas maniobras responden al interés inmediato de las propias corporaciones de aquellos países para obtener ganancias ilimitadas y perpetuas en el tiempo.
Los estados ya no responden a intereses políticos. Podemos ver en la cúspide del estado a políticos de derecha, de ultraderecha, o de izquierda, pero eso no influye mayormente en la orientación del país, debido a que los estados, en el momento actual que vivimos, responden únicamente a sus propias burguesías, dueñas estas de las corporaciones que dirigen los destinos de su nación.
Las corporaciones, sedientas de nuevos mercados, materias primas y territorios que explotar, recurren a la fuerza militar, diplomática y mediática, para someter a los países que les son hostiles. Una vez vencidas sus fuerzas, estos nuevos vasallos pasan a servir a la corporación para multiplicar las ganancias de estas. A la usanza del feudo medieval, las corporaciones son los castillos del medioevo que buscaban acumular indiscriminadamente riqueza, a la vez que poder político mediante la conquista de territorios inmensos.
Es por eso, que denominamos a todos estos movimientos geopolíticos como reflejo de esta nueva etapa del capitalismo, el cual evolucionó desde lo clásico al neoliberalismo, para posteriormente expresarse en neofeudalismo corporativo, sistema económico en el que no importa quien dirija el estado a nivel político, sino que solo interesan los intereses de las corporaciones del primer mundo.
Otro ejemplo de ello puede ser China país que, tras la muerte de Mao Zedong, buscó la acumulación de capital al transformar radicalmente su economía, introducir un capitalismo salvaje y fortalecer sus corporaciones internas, todas apoyadas por el Estado y el Partido Comunista, buscando la expansión de estas a través de la diplomacia del dinero, para así equiparar y luego superar a occidente.
China no tiene problemas en recibir a Piñera en Pekín e invitarlo a una recepción en la Escuela de Cuadros del PCCh. Lo que importa es la economía, buscar nuevas zonas de saqueo y de expansión corporativa. La política y las ideas pasaron a un segundo o tercer plano incluso.
En todo este panorama, los únicos perjudicados son los pueblos del mundo, sometidos a la barbarie de las grandes corporaciones, las cuales los aplastan a través de los métodos nazis, importados directamente desde la oficialidad hitleriana.
EL POSICIONAMIENTO DE CHILE ANTE ESTE ESCENARIO MUNDIAL: BORIC Y LA NUEVA “REVOLUCIÓN EN LIBERTAD”
El ciclo de protestas abierto en Chile desde el 2006, podemos decir que culminó con la revuelta de octubre de 2019. Aquel movimiento, que demandaba mayores garantías sociales y bienestar económico para el pueblo, fue rápidamente aprovechado por la burguesía local para restablecer su dominio y profundizarlo, todo a través del Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución, esta última, demanda que había sido levantada por los sectores progresistas y abiertamente republicanos de la protesta.
Gabriel Boric, uno de los artífices principales de este acuerdo, declaró que “puso en riesgo todo su capital político para que resultara esto”. Pareciera que es un gran apostador, en la medida que dos años y tanto después de protagonizar la foto del acuerdo, se encuentra ad portas de asumir la Presidencia de la República, todo tras una elección histórica en la que se transformó en el candidato presidencia más votado de la historia de Chile.
El ser el más votado, fue producto de la asistencia masiva de electores a las urnas. Este fenómeno, se ha profundizado desde la revuelta de octubre, esto a pesar de que el repudio a la clase política en general, y a los métodos eleccionarios en particular, fue una de las grandes motivaciones que desencadenaron la revuelta.
La revuelta, lo creemos así, fue la “excusa” perfecta para profundizar el dominio capitalista y burgués en Chile, al fortalecer la democracia representativa, el Estado y las vías legales, todas ellas en crisis antes del 18 de octubre de 2019, y fortalecidas tras este movimiento.
Estado, democracia y legalidad, son ejes claves del republicanismo, y si a eso le sumamos el patriotismo, en franco auge actual dada la oleada migratoria que vive el norte de la región chilena, son el caldo de cultivo para fortalecer la República, preludio histórico del Fascismo, ejes a través de los cuales la dominación neofeudal corporativa por parte de Estados Unidos en la región chilena, se transforma en hegemónica.
Creemos que Gabriel Boric, ante este panorama, ejercerá un rol clave. Su gobierno, que desde ya a nivel interno ha puesto paños fríos al auge revolucionario, todo a través de la democracia representativa, de la “lucha de ideas”, del “no pos bro”, y de avanzar en la medida de lo posible, se visualiza como una República de Weimar, en donde se busca continuar fortaleciendo la República, dando vía libre a los grupos fascistas para su crecimiento, y llevando al país a un supuesto caos para pavimentar el camino que permita la llegada del fascismo al poder.
Ya en ejemplos históricos locales, Boric hará una “Revolución en Libertad”, tal como Frei Montalva, otorgando ciertos derechos sociales, pero sin poner en riesgo el negociado de las grandes corporaciones capitalistas que operan en el territorio. Para que decir del saqueo de los recursos naturales: ni pensar en acabar con ello. En cuanto a la protesta social, la estrategia es clara: ayudados por los medios masivos de comunicación, se criminalizará a esta y se instalará la idea de que “le hacen el juego a la derecha”, buscando con ello la represión absoluta y con total impunidad. El gobierno frenteamplista, respondiendo a sus intereses de clase, también pondrá paños fríos a lo “que quedó de la revuelta”, al dejar a los presos políticos en las cárceles y a los torturadores, asesinos y genocidas de octubre, disfrutando de su merecido retiro por los servicios prestados a la patria.
Como vemos, la consolidación del Republicanismo será total, permitiendo el avance del fascismo. No es de extrañar que el 2026 aparezca un nuevo Kast o sea el mismo quien tome las riendas del país. En el fondo, da lo mismo la persona y da lo mismo la forma: sea por vía democrática o militar, la idea de controlar al pueblo con métodos fascistas está zanjada.
AVANZAR HACIA LA ORGANIZACIÓN Y COORDINACIÓN ÁCRATA EN EL TERRITORIO
En la región chilena, la situación para el anarquismo es crítica. Sumergida en la dispersión y en la organización de pequeños grupos para cuestiones bien puntuales, no hemos podido avanzar hacia una organización más eficaz que nos permita tener algo de coordinación para situaciones críticas, tales como la que vivimos en noviembre de 2019, con movimientos de tropas marinas en Valparaíso y llamados abiertos a detener la protesta ante la posibilidad, en aquel entonces real, de un levantamiento militar.
Nuestra idea de organización, no responde a un concepto típicamente partidista o marxista de centralizar todo en torno a figuras puntuales, o de unificar siempre en base a un pensamiento único. Como anarquistas, siempre hemos creído que aquellas formas organizativas decantan en la concentración de poderes y en la anulación de la iniciativa individual, tan propia de nuestras ideas, además de que la misma historia ya ha demostrado la obsolencia de dichas formas organizativas.
Nosotros proponemos la libre asociación, de forma autónoma, federalista, nacida en las calles, pasando por las poblaciones, avanzando hacia el barrio comunal, subiendo a la comuna misma, ocupando la ciudad, nucléandose a nivel regional y finalizando en la esfera nacional. Creemos firmemente que esta forma organizativa, la de la libre asociación nacida desde abajo y en torno a ideas comunes, deben ser el eje fundamental de la organización y de la federación de tipo anarquista.
Ante el reordenamiento mundial, latinoamericano e interno en la propia región chilena, los y las anarquistas debemos avanzar a formas organizativas más complejas, las cuales nos permitan asistir con las mejores armas posibles a los desafíos que nos presentará el capitalismo en un futuro inmediato. Aprovechar el impulso dado por la revuelta de octubre, al permitir que sectores desmovilizados del país vivieran en carne propia lo que es una manifestación, lo que es la represión, pero sobre todo lo que es la organización barrial en pos de un objetivo común, es esencial para avanzar hacía los objetivos que les planteamos en estas líneas.
Esto último, la invitación a organizar, organizarse y seguir organizándonos, es lo que planteamos como Federación Cultural Antiautoritaria de la región chilena.
SOLIDARIDAD ABSOLUTA CON LOS Y LAS COMPAÑERAS ANARQUISTAS DE UCRANIA.
CONTRA EL REORDENAMIENTO CAPITALISTA.
CONTRA LAS CORPORACIONES YANQUIS Y RUSAS QUE SOMETEN LOS TERRITORIOS DEL MUNDO.
CONTRA LA REVOLUCIÓN EN LIBERTAD DE GABRIEL BORIC:
ARRIBA LA ORGANIZACIÓN DE LOS Y LAS ANARQUISTAS!