Escrito por Franco Barbato (colaboración enviada al correo).
Estando en la recta final de las elecciones, los desencantados de siempre nos preguntamos cuál es el sentido de este acto cívico, qué hacer con este circo y con tanta infamia e indecencia que arrastra nuestra Historia. La distancia entre la y lo político con la sociedad es abismal. No se trata solamente de una brecha generacional, sino de un fenómeno histórico que ya no es mera coyuntura, no es una mera marcha estudiantil o ecológica aisladas unas de otras, se trata de un proceso. Las fuerzas progresistas amenazan a las conservadoras. Como siempre ha sido en la circular Historia: los jóvenes desafían al status quo.
Y no es personalísmo. No es pataleo ni despecho. Es que cada uno de nosotros forma parte ese río vertiginoso que avanza rompiendo moldes culturales obsoletos, lenguajes e ideologías arcaicas… Todos escombros intelectuales. Compañeros, no hay izquierda ni derecha! No! No hay sociedad de clases! No! Los marxistas trasnochados del PC hacen pacto con Bachelet, es eso representación popular y revolucionaria? No! Es el PC una fuerza progresista, o lo es el comunismo? No! Y a mis amigos «anarquistas» que juran lealtad a ojos cerrados a Bakunin, pueden actuar con tanta nuble y telarañas ñ sus párpados Pueden ver más allá de lo que quieren ver? No lo creo.
Por favor dejemos a nuestros héroes descansar en paz. Dejemos a Marx, a Engels, al Che, a Lenin, a Bakunin, a Gramci, a todos esos dinamiteros y jacobinos dejemoslos descansar en paz. Quieres la Revolución? Se tú la revolución! En lo cotidiano, ayudando, dando bondad y generosidad al que lo necesita, respetando a las mujeres y tratando sin lástima al que sufre o debe. En este mundo corrompido por la competencia, el exitismo y las mentiras de un sistema economico deshumanizado y deshumanizante, un acto sencillo de entrega al prójimo, no al más cercano, sino al más lejano, ése que ni siquiera te dará las gracias, es el acto más contestatario. Una bofetada al sistema: ser feliz. Y ser-feliz es que seamos todos felices. «La felicidad sólo es real cuando es compartida».
Ahora bien, seamos libertarios y creemos libertariamente, arte, ideas, literatura, expresiones. No basta con leer, absorber y odiar. Hay que actuar. Hay que ocuparse y no preocuparse. Votando no vamos a cambiar nada, pero votando nulo estamos llevando nuestro descontento de la calle a la urna y dinamitando al sistema desde adentro. Crear una crisis institucional es una oportunidad para proponer una nueva idea de sociedad, pero compañeros, ¿la tenemos? Sabemos que orden construiremos después del caos?.
No comparto la parte de dinamitar el sistema desde adentro.
Es decir, que diferencia hay entre eso y directamente participar en política, o pedir por una ley?
Sería entrar en el proceso, ser parte y creer, en parte, en la farsa electoral.
No hay que votar, no hay que concurrir, cualquier acto en el sentido de cumplir con el protocolo electoral es avalar y fortalecer el sistema y las instituciones.
Saludos,
Hernán.
Tampoco concuerdo con la idea de «dinamitar el sistema desde adentro.» Como bien dice el compañero Hernán, votar en nulo (o en blanco) es participar (y por lo tanto fomentar y alimentar) el sistema representativo.
Al sistema se le dinamita igual o mejor desde fuera de las urnas. Imagínate que la abstención fuera del 75% en unas elecciones dadas y el partido que sale «ganador» lo hace con mayoría absoluta (digamos 51%). ¿Qué legitimidad ante la sociedad tendría un partido que gobierno «en nombre» del pueblo con solamente el 51% de 1/3 del total?
Bueno, ni que les importara mucho a lxs burócratas… ellxs gobernarían felizmente hasta con un mísero voto. Así nos va…